sábado, 12 de octubre de 2013

LA MISIÓN CIVILIZADORA


Hoy es 12 de octubre, como en tantas fechas conmemorativas  hay más cosas que aprender y corregir que celebrar.

Desde el punto de vista de los habitantes de América, que llevaban milenios en el continente americano, la llegada de los europeos era una invasión. En la propia Norteamérica, en aquel vasto territorio al norte de Río Grande, vivían entonces más de diez millones de personas.(1)
Las intenciones de  los europeos pronto se vieron claras, como lo expresaba su precursor, el propio Colón, a la llegada a la llamada Hispaniola:

          Él [Colón] más tarde escribió sobre esto en su cuaderno de a bordo:
“Ellos… nos trajeron loros y bolas de algodón y lanzas y muchas otras cosas, que cambiaban  por collares de cristal y campanillas de cetrería… Ellos cambiaban voluntariamente todo lo que poseían… Estaban bien constituidos, con buenos cuerpos y bellas facciones… No llevan armas, y no las conocen, cuando les mostré una espada, la cogieron por el extremo y se cortaron por su ignorancia. No tienen hierro. Sus lanzas están hechas de caña… Podrían convertirse en buenos sirvientes… Con cincuenta hombres podríamos someterlos a todos y hacer lo que quisiéramos con ellos.(2)

Los colonos norteamericanos procedentes del norte de Europa también llegaron con ansias de apoderarse de la nueva tierra. Si bien, en principio no eran tan propensos a exaltar la supuesta misión evangelizadora como lo hicieron los españoles, sí utilizarían también esta argumentación y la de un supuesto designio divino en la nueva tierra prometida para justificar la invasión violenta y la guerra que llevaron a cabo contra los habitantes del territorio que se encontraron por su camino. Era el Destino Manifiesto:

Esta creencia extendida entre los  colonos, de que los EE.UU. estaban destinados  a expandirse por todo el territorio norteamericano hasta el otro océano, tiene asiento en una ideología nacionalista con base religiosa. Creía y cree, en el derecho que tenían los primeros colonos a expandirse y ocupar la “nueva tierra prometida”. Se volvería a esa visión egocéntrica y racista de “un pueblo elegido”. Con esta creencia se vieron con derecho a la expansión desde el Atlántico hasta el Pacífico. Los partidarios de esta idea veían que no sólo era algo obvio (manifiesta), sino también que formaba parte de  un destino.(3)

Aunque este término, el Destino Manifiesto, apareció como tal más tarde, a mediados del XIX, su ideología estaba ya presente con los primeros colonos.

Los debilitados [por la explotación, las enfermedades traída por los europeos y por la superioridad militar de estos] nativos locales dejaron espacio a los Puritanos que sucesivamente indicaron que como la tierra no estaba “ocupada” o “colonizada”, podía ser tomada legítimamente. Además, los ingleses dijeron que ellos eran gente “civilizada”, los indios “no tenían tierras, no tenían ninguna población asentada, no tenían ganado domesticado para mejorar el territorio…”(1)

La argumentación de la “misión civilizadora” hacia los “salvajes”, una vez más sería la base ideológica del ocupante, con ello paliaban posibles escrúpulos o remordimientos por las despiadadas e injustas acciones cometidas contra los nativos.
No hace falta decir que no había ninguna superioridad moral ni social en los nuevos colonizadores, pero era necesario crearlas para de algún modo justificar lo  que de otro modo era algo difícilmente justificable. Los primeros colonos harían uso de esta ideología, junto a la de sus creencias religiosas basadas en la Biblia. Trataban de emular el mandato divino  bíblico para ocupar el territorio prometido y acabar con o someter a los amalecitas americanos. Los amalecitas según el Antiguo Testamento luchaban contra el pueblo elegido. Esta visión de superioridad racial y cultural que tenían los europeos llegados a América les llevaba a hacer creer que tenían una misión civilizadora y redentora hacia los habitantes originarios de América. Incluso esta misión les fue dada a los colonos de Massachusetts por el Rey de Inglaterra en 1629, y puede verse en el gran sello de la Colonia de la Bahía de Massachusetts, en el  que se aprecia a un indio sumiso y abatido con una inscripción que indica: “Venir por nosotros y ayudarnos”. En un claro gesto de minusvaloración y supuesta compasión hacia los considerados como salvajes, gesto y actitud hacia otros países y culturas que dura hasta nuestros días. Pero la supuesta ayuda de los nuevos colonizadores no iba a  ser muy favorable para los supuestos ayudados, según comenta Noam Chomsky:
Y los colonizadores estaban siguiendo benevolentemente el mandato divino para ir por ellos y ayudarles. Resulta que les estábamos ayudando exterminándoles.(4)
No fue el respeto lo que imperó, tampoco fue el ansia de aprender de otras culturas  y el ánimo de comerciar justamente con ellas lo que dominó en las relaciones que hubo. No, fue la codicia, con sus colaboradoras, la injusticia y la maldad, las que entraron en escena.
...los conquistadores no buscaban conocimiento, sino oro. Usaron sus armas superiores para saquear y asesinar. En su locura exterminaron a una civilización.
Denostamos a los conquistadores por su crueldad y miopía, por escoger la muerte. Admiramos a Lapérouse y los Tinglit [un explorador francés y unos pobladores de Alaska] por su coraje y sabiduría por escoger la vida.(5)

Carl Sagan se refiere a la actitud de intercambio y de adquirir conocimientos de esta expedición de Lapérouse en contraposición con las que solo tenían el ánimo del simple robo o de la cruel destrucción.


Texto de Mikel Itulain. Justificando la guerra. 2012.

Notas:
(1) Robert Kelley. The Shaping of the American Past. Englewood Cliffs New Jersey: Prentice Hall, 5th edition, 1975, p 42.
(2) Howard Zinn.  A People History of the United States. New York: Harper Collins Publication, 2003.
(3) Mikel Itulain. Estados Unidos y el respeto a otras culturas y países, p 22-23. 2012.
(4)  Noam Chomsky. U.S. Savage Imperialism. The U.S. Empire, the Mideast, and the world, part I, Znet, June 2010.
(5) Carl Sagan. Cosmos. Who Speaks for earth? 1980.




1 comentario:

  1. La afición de la política a los eufemismos parece que viene de antiguo. Solo la religión permite el genocidio "por el propio bien" de los exterminados.
    Un saludo

    ResponderEliminar

Puede poner aquí sus opiniones, siempre con respeto y con ánimo de enriquecer y fomentar el debate.
Las personas que participen deberán identificarse con el fin de que asistamos a un debate e intercambio de opiniones en condición de igualdad.
Gracias-Mila esker-Thank you.