domingo, 8 de junio de 2014

El miedo a los cambios sociales: en la antigua Roma y en la sociedad de hoy

Hugo Chávez, promotor de importantes cambios sociales y líder mundial de los tiempos actuales 

Duele reconocer que lo malo que tienen las sociedades humanas no ha dejado de perpetuarse hasta los mismos días que hoy vemos amanecer. 
Qué poco se aprende de la historia y, en consecuencia, qué poco se hace por cambiarla.
Así, vemos que la extrema pobreza vive conjuntamente con la extrema exaltación de la riqueza. Los opulentos derrochan su tiempo y su dinero ante los ojos y bocas hambrientas de una multitud que los rodea pero a la que no ven.
Y en este mar de injusticias surgen combates en los mismos puestos de mando entre aquellos que tratan de corregir este desorden atroz contra aquellos que tratan de mantenerlo.
Los aristócratas del Senado mataron a César porque le percibían como un líder popular que amenazaba sus intereses de privilegio. Desde este punto de vista el crimen fue más un acto de traición que un tiranicidio, un incidente en línea con los asesinatos políticos sucedidos a lo largo de la mayor parte del siglo, una manifestación dramática de la larga lucha entre los conservadores opulentos y los reformadores apoyados por el pueblo. 1
Y en este sentido la historia no ha dejado de repetirse. Los líderes asesinados por apoyar la mejora en el nivel de vida de la población han sido una constante desde entonces. Y en tiempos recientes su número no ha menguado. Les recuerdo algunos nombres: Patrice Lumumba, asesinado por luchar contra el colonialismo en el Congo, Jaime Roldós, el que fuese presidente de Ecuador hasta su muerte en 1981, Salvador Allende, el gran presidente de Chile que defendió la justicia en su país, Muamar Gadafi, el  líder panafricano y anticolonial al que pusieron fin en el año 2011 por parte del poder económico occidental en colaboración con sus mercenarios de Al Qaeda, Hugo Chávez, muy seguramente provocada su muerte por un cáncer inducido, al ser un formidable enemigo de las clases dirigentes que esclavizan a la gente y un formidable amigo de esa misma gente que estaba esclavizada. También podríamos tener el mismo caso con el gran panarabista Gamal Nasser. Y hay más, muchos más. Muchos, además, fueron perseguidos y proscritos, como Mohammad Mossadegh en Irán o Jacobo Arbenz en Guatemala. 2 Y algunos de ellos escaparon de los múltiples intentos de asesinato contra ellos, como es el caso de Fidel Castro.
Otro aspecto y consideración que apenas ha cambiado en los tiempos, pese a no ser en absoluto cierto, es el que la masa, el conjunto de la población, es en cierta forma estúpida, incapaz de gobernarse, que solo piensan en poco más que en su estómago y en otros instintos básicos. De esta forma, la población, la gente, se convierte en chusma. Chusma que habrá que mantener a raya, fundamentalmente mediante la violencia, pero principalmente mediante la ignorancia, que es mucho más eficaz. Los historiadores han cumplido fielmente con esta misión de distorsionar la realidad social y la misma historia.
Esta distorsión también se manifiesta en la forma en que muchos historiadores, tanto antiguos como modernos, han retratado a la gente corriente de Roma, considerándoles como poco más que una chusma maloliente y un gentío desenfrenado. 3
Esta distorsión tiene un fin claro: anular e incluso demonizar a la mayoría social. Esto se hace por miedo, pues si tú vives en un privilegio y lujo escandaloso, cuando no muy lejos de ti gran cantidad de personas malviven o mueren en la miseria, no puedes pensar que por un orden natural se va a mantener aquello. Esta injusticia sin límite solo puede perdurar de dos modos, que ya hemos dicho, con el uso violencia y con el fomento de la ignorancia. Lo que no cubre una lo cubre la otra.
El miedo de las clases dirigentes opulentas ha sido otra de las constantes de la historia, tal fue su miedo que cualquier cambio los ponía nerviosos, dudando de sus propias posibilidades de continuación.
Con sus palabras y sus acciones los romanos ricos no ocultaban su temor y su odio por la gente corriente o por cualquiera que amenazara sus prerrogativas de clase. La historia está llena de ejemplos de élites político-económicas que consideran cualquier cambio en su orden social privilegiado como un cambio en todo el orden social, una invitación al caos y a la perdición. 3
Como en la antigua Roma, nuestros mismos dirigentes de hoy ven cualquier cambio como una amenaza a sus grandes privilegios. Por ese motivo limitan la democracia hasta anularla, por eso no consultan a las personas de la calle, por eso en España se va a volver a nombrar un rey sin realizar una consulta popular. Porque tienen miedo, porque saben que la mayor parte de sus compatriotas lo rechazaría y de ese modo se vería que realmente no tienen ese apoyo popular, y que no tienen en verdad legitimidad democrática.
Los oligarcas de Roma [como los de hoy] no fueron una excepción. Instalados en la opulencia y el lujo más absolutos, siempre estuvieron en contra de cualquier elemento democrático de Roma. Valoraban la república sólo por lo que sirviera a su forma de vida. Despreciaban por "demagogos" y "usurpadores" [hoy también usan el apelativo "populistas"] a los líderes que defendían la causa popular. Los historiadores de aquellos tiempos, muchas veces ellos mismos poseedores de esclavos, estaban de acuerdo con esta postura. 3
Los historiadores, escritores y artistas actuales en poco difieren de sus predecesores, siguen adulando y defendiendo a aquellos que los colman de riqueza y privilegio, aunque tal adulación y defensa sean tan injustificables como deplorables.
César, el emperador Julio César, seguramente fue asesinado por atreverse a desafiar esa ley no escrita de las clases privilegiadas, por promover reformas, por muy leves que fuesen, que mejorasen la vida de su propio pueblo, de la denostada masa calificada con el descalificativo de chusma, y que, de algún modo, aunque también levemente, perjudicasen a los privilegios de los privilegiados. Y así:
No importaba lo limitadas que estas reformas probaron ser, los oligarcas nunca le perdonaron. Y César encontró el mismo destino que otros reformadores romanos antes que él. 3
Y de otros muchos posteriores a él.

Notas:
1. Michael Parenti. El asesinato de Julio César. Una historia del pueblo de la antigua Roma. Hiru. 2005, p.12.
2. Mikel Itulain. El mundo que usted no ve. ¿Es posible la paz? 17.6.2013. Enlace
3. Michael Parenti. Op. cit. p.13.

2 comentarios:

  1. Hola Mikel: al hilo de tu interesante post y de lo que me comentabas el otro día sobre que estabas leyendo el libro de Parenti que aportas como bibliografía, se me ocurre comentar una característica bastante extendida entre la progresía española de clase acomodada: su afición a descalificar a militares que se ponen del lado del pueblo y en contra de los intereses del imperio argumentando supuestas causas "anti fascistas", "pacifistas" o "no violentas" ya que, según estos sujetos, se ha de inferir que cualquiera que vista un uniforme militar automáticamente es un fascita, violento y anti imperialista.

    Me parece éste un curioso fenómeno de transferencia psicológica, puesto que muchos de estos izquierdistas anti militaristas españoles, exigen a las fuerzas de seguridad de dentro y de fuera de su país que se comporten y actúen de acuerdo a sus preconceptos y prejuicios cuando sus intereses de clase están en peligro; indignándose cuando alguno de estos militares-Chavez etc-no cumple con su supuesto deber de garante de las clases privilegiadas y se vuelven contra la burguesía acomodada en favor de los pobres. Es decir: buena parte de la izquierda española descalifica a Chávez por militar populista y, al tiempo, espera, exige y desea que las fuerzas de seguridad y/o militares actúen de la misma forma expeditiva que ellos presuponen, equivocadamente, como natural para cualquier militar para así, por ejemplo, garantizar los derechos de autor de sus subvencionadas y soporiferas obras o poder seguir expoliando recursos naturales del exterior. En résumen: acusan falsamente a los militares de izquierda de los defectos que ellos en realidad adoran y presuponen en todo militar por el solo hecho de serlo; ya que la labor de un estamento militar acrítico, servil y desclasado garantiza sus privilegios materiales que les permiten seguir siendo progresistas de piquillo y mantener su tren de vida

    Saludos

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  2. Hola Anxo, lo has descrito muy bien. En definitiva lo que defiende esta gente no es otra cosa que sus privilegios. Cuando alguien popular, no populista, como Hugo Chávez surge en escena quedan en peligro sus privilegios y, además, ellos mismos quedan en evidencia.
    Saludos.

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